viernes, 4 de diciembre de 2009

LA MUJER EN LA HISTORIA ARGENTINA

CLÁSICOS ESENCIALES SANTILLANA
“Las mujeres de la historia son como si fuesen una especie de “muro de arena” entran y salen del espacio publico sin dejar rastros.”
Tradicionalmente, los espacios adjudicados por el hombre y la mujer fueron muy diferentes. Ellos sólo hacían actividades en espacios públicos donde es posible volverse un hombre de poder, y ellas dentro del espacio privado.
Sin embargo la mujer ha dejado huellas muy importantes en nuestro país como Juana Manuela Gorriti, Mariquita Sánchez, que han formado parte de la historia argentina.
Durante el siglo XIX, bajo el régimen del código civil, la mujer se encontraba en una situación de total dependencia jurídica, su educación era limitada, no podía realizar actividades comerciales sin tener la autorización de su marido, su universo de reducía al ámbito del hogar.

Durante el siglo diecinueve, bajo el régimen del Código Civil del Dr. Vélez Sarsfield, la mujer se encontraba en una situación de total dependencia jurídica: no podía ejercer actividades comerciales sin autoridad de su marido ni tampoco administrar sus propios bienes. Su acceso a la educación era limitado y su universo se reducía al ámbito del hogar y el desarrollo de actividades manuales.
Las primeras manifestaciones de carácter feminista se remontan a mediados del siglo pasado. A partir de 1830, las mujeres empezaron a hacer oír sus voces desde distintas publicaciones periódicas dirigidas, entre otras, por Petrona Rosende de Sierra, Rosa Guerra, Juana Manso, Eduarda Mansilla y Juana Manuela Gorriti. Es así como el feminismo, entendido como lucha por la reivindicación de los derechos de la mujer, atraviesa dos etapas claramente diferenciadas.
En la primera de ellas, los reclamos se relacionan exclusivamente con su acceso a la educación y a la cultura. Y sólo cuando estos objetivos son logrados, comienzan a luchar por la igualdad de sus derechos civiles y por la obtención del sufragio.


LA MUJER EN LA LITERATURA
Éste lugar estuvo durante mucho tiempo reservado a los hombres, así como el espacio público. Aquellas mujeres que querían acceder a él, debían “enmascararse” utilizando nombres de varones. El hecho de escribir implicaba para las mujeres “un acto fraudulento de usurpación”. forzadas a escribir como hombres, las mujeres no sólo cambiaban de identidad sino que también generaban textos que eran productos apócrifos, ya que las experiencias femeninas quedaban fuera de ellos. Así, durante todo el siglo diecinueve, escribir significó para la mujer la aceptación del sistema literario vigente, en el que el hombre era el sujeto y ella, simplemente el Otro. Con el paso del tiempo y el acceso de la mujer al espacio público, las escritoras empezaron a ocupar un lugar dentro de la vida literaria. Sin embargo, constituyeron con frecuencia un capítulo aparte en las historias de la literatura y fueron consideradas casi siempre como casos aislados

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